28 febrero 2008

El pan hispánico


Tardío, pero cierto, menos mal, como ya ahora todo es panhispánico (a pesar del poco pan que tienen la mayoría de los hispanos) o, dicho de otra manera, para extraer el crudo de la industria del español no queda más remedio que institucionalizar la mirada hacia el nuevo mundo (los hispanos que viven aquí no cuentan, que son inmigrantes), a final de enero se reunieron ya, en Segovia, las 22 academias que darán a luz la Nueva Gramática en el tiempo récord de un año (se espera contar con ella en la primavera del año próximo).

Que hace falta una gramática panhispánica, sin duda. Se la espera desde hace más de un siglo.
Para justificar de sobra su valor, y en palabras de Bosque: "Es una gramática construida entre todos, entre las 22 academias, y en la que por vez primera España no es eje vertebrador. El objetivo ha sido buscar un español común y luego añadirle las variantes allá donde se encuentren, España incluida".

No obstante, leyendo la prensa, me encuentro con comentarios que dan ganas de estrangular a los periodistas, que pretenden ensalzar la mirada americana: "El cuidado de los académicos ha sido tal que hasta la inclusión de ejemplos extraídos de textos literarios proviene también en buena parte de la narrativa de autores hispanoamericanos." ¿Cómo que hasta? ¿Pero qué dice usted?

Claro que esta posición respecto a la conciencia panhispánica parece estar ya en su director.
"Hasta ahora, las gramáticas nunca habían descrito lo que se comparte y lo que no en la lengua española. Una de las sorpresas tras la realización de la obra es que con ella se toma conciencia de cuánto tienen en común los hispanohablantes, mucho más de lo que se imaginan".
O sea: "Anda, pero si, apartando a los andaluces, el resto nos parecemos un montón."
Pues si la sorpresa es que los venezolanos, argentinos, cubanos, uruguayos, españoles, mexicanos... hablamos un mismo idioma con mínimas variantes, si la sorpresa está en constatar la solidez estructral de nuestra lengua, para eso bastaba con hablar con cualquier consumidor de telenovelas. Vamos, que mi abuela se lo podía haber explicado al señor Bosque en un plis plás y clarito, clarito.

Por otro lado, volvemos a lo mismo. Parece mentira que metidos como estamos en el siglo XXI, donde el papiro y las plumas de ganso no se estilan y pueden almacenarse, estudarse y extraer conclusiones de muestras reales de lengua, la gramática, una vez más, se basa en muestras literarias (es decir, en un ejemplo parcial y minúsculo de su uso) y, como mucho, en diarios (quizás uno de los peores ejemplos de lengua escrita). Dicho de otra manera. Visto así, parece que la Gramática, como verdad estructural de la lengua, es patrimonio de los literatos, mientras que el habla popular sólo tiende a deformarla.
Ojo, no se llame nadie a engaño, que el que la Nueva Gramática tenga previsto editar un DVD con ejemplos de habla, sólo servirá, como en los viejos álbumes de cromos de "Países del Mundo", para ejemplificar variantes de ritmo y de pronunciación. Por primera vez, eso, sí, la fonética tiene otro sitio en la gramática que esos extraños signos con los que ningún lector en sus cabales quería lidiar.

Resumiendo, que seguiremos sin una explicación para los hechos estructurales más espinosos (subjuntivo incluido), ya que si no se atiende a la lengua hablada, es punto menos que imposible, pero al menos se habrá dado (espero y confío de verdad en que no se nos defraude en esto) el necesario salto histórico que coloque al español de la Península, sin problemas ni vergüenzas, en el reducido marco geográfico que le corresponde.

No me hago muchas esperanzas de que no se coloque al español de Castilla como el que hablamos todos (ya se sabe, el que sabemos y deberíamos hablar los andaluces si no fuese por ese extraño empecinamiento que tenemos en hablar mal a toda costa), pero esto ya es harina de otro costal.

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